Y si por mi fuera, me iba a una isla desierta con una mochila abierta y vacía, para no llevarme, sino para guardar por el camino. Y entonces me dirías que no, que eso no se puede, que eso no se debe, que tenemos que ser serenos, concentrados, y yo te pregunto: ¿Y si te digo que me acompañes?
Por una vez y por tantas veces, terminas rindiéndote e intentar una solución, o incluso una atisbo de esperanza de arreglar las cosas, de volver a lo de siempre, de hacer las paces, y cuando vas y te pones delante del toro, llega él y en vez de seguirte el juego, o incluso seguirte, llega y se marcha a los burladeros. Eso es lo que hace, burlarse de ti, tomarte por tonto.
Quizás lo que uno descubre después de muchos años, es que da igual del color de que pintes a la gente, o del que te pinten a ti, siempre seremos los mismos peces en la misma pecera, dando vueltas y descubriendo, que seguimos teniendo los mismos miedos que siempre.
Keeo, léeme, sé que entenderás muchas cosas.
Hermano gris, aunque seamos peces en la pecera, lo importante es no ser peces muertos que se dejen llevar por la corriente...
ResponderEliminarVamonos a una isla desierta y nos olvidamos del mundo, ¿qué nos llevamos? :)